Obseso



Para qué mis ojos
apuntan siempre al mismo lugar
sobre una inmensa ciudad,
asfixiándome, sin escapatoria.
Debió pasar mucho tiempo desde que morí.
Olvidando sueños reprimidos,
momentos intensos de humillación,
de los que viví.
Los míos, mis pensamientos,
son como nubes de virulana,
pinchan como las espinas de las rosas.
Y yo debí mirar bien,
a esos cretinos,
que subestiman y desprecian la vida,
burlándola.
Es difícil entender,
lo que pasa realmente.
Para qué observar las hojas de los árboles,
para qué perseguir los rayos del sol,
si no puedes alcanzarlos.
Robar invisibles sonidos, trepar húmedas paredes.
Caminando bajo la sombra del río.
Debieron pasar montones de junios oscuros,
para que yo, Camila, me llamara.